HOMILIES, DIFFICULT TO UNDERSTAND (Spanish)

greenspun.com : LUSENET : Catholic : One Thread

BARCELONA, 18 julio 2003 (ZENIT.org).-«No entiendo lo que dice el cura en la homilía». Esta es, según el teólogo Cabestrero, «la opinión mayoritaria reflejada en España y en América Latina sobre de las homilías dominicales».

«No es una crítica: es constatación», advierte el claretiano, y añade: «La gente quiere entender lo que decimos en las celebraciones litúrgicas y lo que predicamos en las homilías; necesitan comprender el lenguaje cristiano con todo realismo desde sus vidas y para sus vidas».

Así lo explica en «¿Se entienden nuestras homilías? Necesidad de un lenguaje más comunicativo», editado en mayo por el Centro de Pastoral Litúrgica (http://www.cpl.es).

El autor sugiere que el problema de las homilías no es sólo de forma (el lenguaje) sino también de fondo (el contenido), que debe ser más testimonial.

Teófilo Cabestrero (Calatayud, 1931) es especialista en pastoral y catequesis, además de ser doctor en teología y profesor en distintos centros de España y Guatemala. Considera que una homilía tiene que cambiar la vida de quien la escucha: «Nos piden que hablemos más de Jesús, que iluminemos con el Evangelio los problemas reales que vive y sufre la gente común».

Cabestrero señala que «a las dificultades propias de todo lenguaje verbal se suman las dificultades que plantea la Palabra de Dios proclamada en los lenguajes de la Biblia, culturalmente distantes de nosotros».

«La homilía debe ser breve», advierte el religioso, convencido de que la formación y la preparación son básicas: «El lenguaje de la homilía fracasará si quien la dice no llega a conocer bien el mensaje bíblico-litúrgico que debe transmitir».

También fracasará si «no acierta a expresar el mensaje de manera que sea percibido como buena noticia del Dios de Jesús para sus vidas».

Finalmente, el autor sugiere que «una homilía no tendrá éxito si no se oye bien, si no se entiende o si no interesa, si en el fondo no transforma la vida de quién la escucha».

Para Cabestrero, «hay factores que condicionan la eficacia comunicativa de la homilía», como la «ecología ambiental», es decir, el ambiente, que puede ser acogedor o no.

Pero la clave decisiva, concluye, es el lenguaje testimonial: «La homilía necesita hoy el lenguaje de los testigos». «El testimonio cristiano ha de ser llano y servicial, libre y respetuoso de la libertad de los demás y tan lleno de discreción como de claridad y verdad». ZS03071804

-- Enrique Ortiz (eaortiz@yahoo.com), July 21, 2003

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Response to HOMILIES, DIFFCULT TO UNDERSTAND (Spanish)

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-- Enrique Ortiz (eaortiz@yahoo.com), July 21, 2003.

English version

-- Lurker (lurker@nonexistant.com), July 22, 2003.

Thank you, Lurker, for the translation. I was hoping that John Gecick or Eugene Chávez would be kind enoguh to transalte this text becuase their English (their mother tongue) would be much better than the translation I would attempt. They both speak Spanish and are very committed Catholics. Now it is a question of waiting for the many people that take part on this forum to post their reactions and comments.

Enrique

-- Enrique Ortiz (eaortiz@yahoo.com), July 23, 2003.


LLevo un par de meses leyendo este foro y no me había dado cuenta de esta sección, es algo que llevaba todo el tiempo deseando, un foro para católicos con el nivel que veo aqui, porque aun1que leo perfectamente el inglés escribirlo es otro cantar (es como dar a luz). en fin, no se si se renovara esta cuestión con miposto, pero me da igual, es como una declaración de intenciones. Es cierto las homilias, sobre todo en España. La mayor parte de los sacerdotes tienen tanto miedo en decir algo que pueda molestar que hablan un montón de rato de cosas etereas sin decir nada. Ni siquiera es que sea denso, es que son palabras vacias. Es muy doloroso ver a buena gente que se va las sectas porque se encuentran oradores que hablan con sinceridad y llegan al corazon (aunque lo que digan sea una tontería) Esta empezando a cambiar, es muy esperanzador ver como los obispos empiezan a perder el miedo de llamar a las cosas por su nombre, el ejemplo más reciente en mi país su defensa del matrimonio. Lo que han dicho y como lo han dicho hace uno o dos años parecía imposible. Y necesitamos ese consuelo. Es como la primera lluvia en el desierto. Ahi va un artículo algo relacionado: la fé a pesar de todo:

La familia que reza unida permanece unida. Esta es una realidad que la Iglesia ha enseñado siempre. ¿Quién no se imagina a María orando junto a Jesús y José al caer la noche? Pues esa sensación, la de unidad y caridad, fue la que me pareció advertir en una familia que ayer acudió a la misa de la una de la tarde en la basílica de la Milagrosa, regentada por los padres paúles. Por cierto, que con motivo de su centenario está aún más espléndida tras las reformas que han logrado llevar a cabo con el esfuerzo de todos los parroquianos. Se trata de la «misa joven», que cuenta con la participación entusiasta de un esforzado coro, cuyo principal mérito es interpretar canciones poco conocidas que aprende pronto el feligrés habitual de esta misa. Lástima que las homilías no estén especialmente dirigidas a los jóvenes. Estas misas deberían ser particularmente cuidadas y exigentes, sin caer en circos litúrgicos que desvirtúen su esencia. Ayer, último domingo antes del Miércoles de Ceniza, que dará comienzo al tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos invitaba a amar, a amar y amar incluso al enemigo. La ley del talión queda obsoleta y vencida por el mandato del amor. Un mandato a veces incomprensible si se mira exclusivamente con ojos humanos. El sacerdote que celebra la misa habla pausado, pero de su homilía, que traía preparada, solo consigo rescatar algunas razones para ejercer la caridad, entre ellas, porque Jesús nos lo manda y porque así imitamos al padre celestial. Mi atención se centra en la familia de la que les hablaba. Tanto la abuela como la madre y las dos niñas, Isabel y María, estaban muy atentas. Las pequeñas apenas despegaban sus manos y recitaban muy bien el Padrenuestro. El padre, por su parte, conseguía entrar en el misterio eucarístico y sacrificial de la misa sin perder de vista al pequeño que se revolvía en su carrito. La estampa es magnífica: el padre junta las manos del pequeño para rezar. Las niñas se arrodillan con devoción durante la consagración, cosa que se agradece entre tanto niño disperso. Ya lo han dicho en la homilía: solo por la caridad podremos rezar con confianza el «perdónanos nuestras ofensas». Recuperar el rezo en familia y enseñar a los más pequeños a entender la misa es un reto maravilloso que no debemos perder de vista los cristianos.

-- Félix González (comopudiste@hotmail.com), February 25, 2004.


Félix: de verdad que me da gusto que intervengas en nuestro foro. Lo llamo nuestro porque llevo ya años participando en él. Si no te has dado cuenta en la página principal hasta abajo donde están los tópicos clasificados hay un apartado para los que están en español, seguro que te va a gustar. BIENVENIDO.

Enrique

-- Enrique Ortiz (eaortiz@yahoo.com), February 27, 2004.



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